Ha sido una larga historia que inició con un simple anhelo llevado a una campaña y hoy se ha convertido la voz de los sin trabajo.
Trabajo para un Hermano celebró sus 34 años de vida junto a sus usuarios, su equipo de trabajo y colaboradores en la misión.
La Fundación agradeció todos estos años de servicio a la sociedad, poniendo énfasis en la importancia de la valoración del Buen Trabajo como eje en la sociedad; en el rol que ha tenido la Fundación en promulgar la dignidad de la persona a través del trabajo; y en potenciar a tantos hombres y mujeres para que crean en sus proyectos y puedan salir adelante.
Gabriela López, es usuaria de la Fundación hace poco tiempo. Está realizando un curso de Diseño de Prendas de Vestir en nuestro Centro de Emprendimiento y Desarrollo Barrancas y está feliz: “ha significado una oportunidad de aprender, de emprender el vuelo. He tenido que aprender cosas nuevas para poder modernizarme y salir adelante”.
Lleva dos años siendo usuaria de nuestra Fundación en Padre Esteban Gumucio. Marisol Moena nos cuenta que gracias a la Fundación hoy se siente mejor: “para mí ha significado pararme, ganar confianza en mí misma, empoderarme, sentir que puedo hacer mucho. Estoy muy agradecida de todo el equipo de Trabajo para un Hermano.”
Leonardo Jiménez es profesor del curso de Arreglo de Maquinas de Coser que se realiza en nuestro centro de Padre Esteban Gumucio. Tal como él nos cuenta el hacer este curso “ha significado un cambio radical. Conocer la realidad de tantas personas y ver cómo les ha ido bien, que ganan su platita, me hace muy feliz”.
Ha hecho diversos cursos de orfebrería en San Alberto Hurtado. Fernando Reyes siente que el trabajo que hace la Fundación con los usuarios es distinto: “no se preocupan sólo de capacitarte en el oficio, sino que te entregan talleres que complementan tu negocio. Yo hoy me siento parte de Trabajo para un Hermano.”
Giovana Castillo, es Agente de Desarrollo de la Fundación. Lleva 20 años en Trabajo para un Hermano y en sus palabras “se siente en familia” en ella: “Para mí ha significado mucho porque yo he crecido en esta Fundación. Me han apoyado en todo. Además cuando veo a nuestros usuarios, me siento con mucha satisfacción porque estoy aportando con un pequeño granito, ayudarlos a crecer como empresarios. Me gusta que se sientan dignos”.
El Capellán de la organización, José Arteaga s.j, cree que Trabajo para un Hermano ha marcado un precedente en cómo hacer las cosas: “me parece que la Fundación presenta un modelo distinto de trabajo, porque por un lado, al tener centros locales acompaña a la gente en sus procesos, no solo da el impulso, sino que camina con ellos. Y además no cesa en mantener en pie la pregunta sobre lo que es el Buen Trabajo”.
Para Patricia Roa, Presidenta de Trabajo para un Hermano ver como los usuarios crecen día a día la “llena de admiración” porque ve como se sacrifican y sacan a delante sus proyectos de vida y a sus familia. Sin embargo, cree que tenemos una gran tarea pendiente: “el principal desafío, es instalar en la sociedad el valor del Buen Trabajo. Estamos insertos en un mundo en el que a veces pierde el sentido y estamos todos trabajando bajo un espiral de consumo y de mucha desesperanza. Hemos perdido el valor del Buen Trabajo, ese que te gratifica, que te da satisfacción. Tenemos que sensibilizar y conmover a la sociedad chilena para que todos podamos, en conjunto, promover el Buen Trabajo”.
Un poco de historia
Trabajo para un Hermano nace el año 1982 en Santiago de Chile. En plena crisis económica, con 30% de desempleo, una Comunidad de Vida Cristiana (CVX) ligada a la Compañía de Jesús, con el apoyo del Cardenal Silva Henríquez, decide hacer suyo el mensaje de la encíclica Laborem Excersens en donde se indica que el trabajo es la «clave de la cuestión social».
Josefina Errázuriz, quien era miembro de aquella comunidad CVX, encabezó la formación de una campaña con el objetivo principal de dar trabajo a personas cesantes, como un signo de la Iglesia de Santiago por los sin trabajo.
La Fundación se ha ido adaptando en el tiempo a las necesidades de la realidad del mundo laboral, de acuerdo al contexto económico y social que ha ido evidenciando el país. En un comienzo, nos orientamos en financiar horas de trabajo. Es así, como proporcionan labores temporales a más de 3.500 jefes de hogar, en casi 600 obras para dotar de infraestructura comunitaria a los sectores más desposeídos.
Posteriormente entregan microcréditos a personas que estaban excluidas del sistema bancario y que querían autoemplearse.
Hoy Trabajo para un Hermano cumple 34 años y sus objetivos, son principalmente dos: contribuir a Mejorar la calidad del trabajo, promoviendo e instando al diálogo social sobre el Buen Trabajo, fortaleciendo organizaciones y formando dirigentes; y además Crear trabajo, entregando capacitación y oportunidades para que las personas puedan desarrollarse y solventar un auto emprendimiento o una microempresa.
“Para mí es una alegría tremenda ver como hemos crecido. Es algo que yo nunca soñé. Que llegáramos a ser una fundación de tantos años, ayudando a más de 36.000 personas, haciendo tantas cosas buenas, proclamando la importancia del trabajo humano a toda la sociedad. Sueño que sigamos sembrando la importancia del trabajo humano, que es algo fundamental para que seamos verdaderamente seres humanos. Somos co-creadores con Dios, vamos co-creando este mundo y podemos hacerlo mejor. Nuestra historia demuestra que hay que ir afrontando los desafíos del momento y de esa manera nos seguiremos adaptando las necesidades del país en los distintos tiempos”, afirma Josefina Errázuriz.
«Seguiremos trabajando por nuestros usuarios y usuarios para que puedan sentir el valor de su trabajo. Seguiremos creando trabajo, para que sean muchos más los que con sus propias manos, puedan hacer realidad sus sueños. Y finalmente, seguiremos trabajando para que el Buen Trabajo sea uno de los pilares fundamentales de la sociedad, ya que, sólo aspirando a él, somos realmente humanos», finalizan desde la fundación.