En la Semana Social 2016, 26 estudiantes de los colegios Ozanam y Manuel José Irarrázaval realizaron tres días de servicio en cuatro hogares de la SSVP Chile.
“Nunca había estado tan cerca de una persona adulta y conversado, ni me habían dijo cómo era antes. Me cuentan de sus nietos, sus hijos que los vienen a ver. Me agradó mucho desde que llegué. Venía tímida, pero ya me relajé”, contó María Fernanda Saldías, estudiante del Colegio José Manuel Irrarázaval.
Para las 26 alumnas las vacaciones fueron diferentes esta vez. Ellas eligieron entregar parte de su descanso para ir a servir y acompañar a los residentes de cuatro de los hogares de la SSVP Chile, del 6 al 8 de julio.
El objetivo de la Semana Social es que las jóvenes vivan en comunidad una experiencia de servicio en hogares de la SSVP, donde se fortalecen sus vínculos de amistad entre ellas y con Dios. Además ellas pueden reconocer el valor de acompañar a personas mayores, viviendo una experiencia de hermanamiento vicentino y volviendo a casa con experiencias que contar.
“Nuestro objetivo es que las niñas es conozcan una realidad diferente y que a través del encuentro personal con los abuelos, reconozcan a Cristo y logren descubrir lo importante que es acompañar en esa etapa de la vida”, explicó Macarena del Río Mena, Subdirectora Hogar El Buen Samaritano.
La Semana Social se desarrolló en los Hogares Espíritu Santo, Betania, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y el Buen Samaritano.
Para Fanny Astudillo, Directora del Hogar Betania, algo muy importante de estas visitas es el sentimiento de satisfacción que queda entre los abuelitos porque reciben atención, sus opiniones y sus historias son escuchadas y se sienten como lo que son: ciudadanos activos que tienen muchas cosas que aportar a la sociedad.
“A los abuelitos les encanta cuando vienen a verlos, los acompañan, les prestan atención y ellos están ávidos de eso. Cuando hay interacción y comunicación, ellos sienten que son personas que pueden dar su opinión, que participan y que se pueden enojar o reír”, explicó.
Se vivieron momentos entrañables. Desde tranquilas caminatas en que las jóvenes escuchaban las historias de los residentes, hasta bailes, juegos con disfraces y momentos de mucha risa. Pero también fueron jornadas de limpieza en los patios y jardines, y de ayudar a nuestros residentes a acomodar su ropa y acompañarlos cuando necesitaran alguna ayuda en sus tareas diarias.
Fanny Astudillo opinó que las estudiantes, al asistir a los hogares, hacen un “alto” a su ritmo de vida diario que les permite darse cuenta más cosas que pasan alrededor de sus vidas. “Es un acto de misericordia, parar en su vida diaria y dedicar un tiempo a otro. Es una experiencia que te hace parar, te saca de ti mismo, de tu día a día, de tu egoísmo”.
Sofía González, alumna segundo medio del Colegio José Manuel Irrarázaval, participó por segunda vez en la Semana Social durante sus vacaciones. El año pasado acompañó a los residentes del Hogar Espíritu Santo. Este año pudo conocer el hogar El Buen Samaritano.
-¿Por qué regalar días de tus vacaciones de invierno?
-“Para marcar un cambio. Al salir estamos contactándonos con otras personas y lo pasamos mejor y conocemos cómo se sienten los abuelitos, cómo han estado. Conocemos otras vidas. Los abuelitos son muy cariñosos. Diciéndoles hola ya se encariñan al tiro con nosotras. Es única esta experiencia”, dijo.
Catalina Godoy, estudiante de segundo medio del Colegio Ozanam, dijo que para ella fue una experiencia “potente” que le va a dejar una marca, a pesar de que duró pocos días, “porque es una ayuda que le estamos prestando a los otros y uno se siente bien. Ayudarles en una pequeña cosita marca la diferencia porque no todos se dan el tiempo de esto, no todos se interesan. Me da satisfacción que lo hago bien y con cariño. Esa alegría es más potente, nos va a quedar algo marcado”.
Fueron tres días. Tal vez poco tiempo, pero con mucho aprendizaje y con experiencias que dejan marca, como es el caso de la profesora del colegio Ozanam, Daniela Alvarado, quien desde su época de estudiante se involucró en este tipo de actividades y se convirtió en voluntaria y misionera. A ella le correspondió acompañar a las 5 alumnas que sirvieron en el Hogar El Buen Samaritano, compartiendo con ellas momentos de reflexión y oración, además del trabajo diario.
“Uno se da cuenta de que es poquito lo que hacemos pero para los abuelitos es lo mejor. Ellos nos dicen que vengamos más seguido. Que te digan eso es un regalo, la recompensa. A mí me llena de satisfacción el estar acá. Además esto es algo constante, no es que fuimos un año y al otro se olvida. Hay alumnos que llevan años participando y esperan estas instancias. Han hablado todo el rato otras actividades como la caminata al Santuario Federico Ozanam o los trabajos de invierno”, dijo.
Sofía González nos contó que estas experiencias le ayudan además a valorar las oportunidades que tiene en la vida y las cosas que recibe de sus padres en casa. Dijo que es una experiencia que sirve “para ver que lo que nosotros vivimos no tiene la fortuna de vivirlo toda la gente. Para que nos sintamos bendecidos de tener lo que nuestros papás nos dan”.
En la opinión de la profesora Daniela, las experiencias que cuentan las alumnas demuestran cuál es el sello de la Sociedad San Vicente de Paul. “Como profesora en uno de los colegios, no me había fijado todo lo que abarca SSVP. Acá podemos ver que somos vicentinas, esto es como una familia grande, somos hermanos. A mí me gusta eso. Entre nuestras obras en Chile nos estamos hermanando, con el sentimiento de que somos una familia”.
Fanny Astillo dijo además que los hogares de SSVP no sólo son lugares donde hay personas que necesitan atención. Por el contrario, son instituciones que cumplen un rol social y que pueden enseñar mucho a jóvenes que hacen un pequeño alto en sus vidas para acercarse a las y los abuelitos. “Nosotros en los hogares estamos en un rol social, uno de estos roles es aportar al crecimiento de nuestros jóvenes, porque nosotros tenemos algo que decirles”.
Durante los tres días de convivencia, los estudiantes y los abuelitos pasearon juntos en los patios del Hogar el Buen Samaritano, convivieron en los pasillos, conversaron, intercambiaron experiencias, jugaron, y al final, se despidieron con un “hasta pronto” y la sensación de haber vivido una experiencia única.
Estas jóvenes ya esperan al próximo invierno para poder ofrecerse como voluntarias. Para vivir otra experiencia única. Para vivir la experiencias de ser vicentinas.