Desde comienzo de los 90 que ONG Raíces trabaja por la promoción y restitución de los derechos de niñas, niños y adolescentes, enfocando su trabajo en resignificar la vida de los que han sido vulnerados a través del comercio sexual.
Por Gabriela Castillo

A los 15 años, Sofía (nombre ficticio) llegó a uno de los dos centros de acogida dirigidos por la ONG Raíces para reparar el daño de menores producido por la explotación sexual comercial infantil. Derivada hasta allí por fiscalía, su caso comenzó tiempo antes, cuando su madre interpuso una denuncia en su nombre por agresión sexual sufrida por uno de sus tíos. Sin embargo, la acusación, que evidenciaba abuso por más de dos años, fue retractada por la menor, generando un quiebre familiar que la llevó a abandonar su hogar. Esto hizo que Sofía fuese traslada a un Hogar del Servicio Nacional de Menores (SENAME). Allí el caso tomaría otro rumbo.
Fueron varias las veces en que Sofía se escapó del recinto. Según su relato posterior, fue allí donde conoció a “El Pelao”, un hombre que le ofreció trabajo como modelo y promotora. Sin embargo, “El Pelao” era un proxeneta que recorría las calles del centro de Santiago en busca de menores en situación de vulneración, -generalmente viviendo en la calle o con familias en contextos de marginalidad y violencia-.A Sofía la tomó como parte de su trabajo llevándola a locales nocturnos y “cafés con pierna”, ofreciéndola para ejercer el comercio sexual.
Al igual que ella, son cientos los menores y adolescentes bajo la explotación sexual y comercial que han sido rescatados por la ONG Raíces, una organización que hace 20 años trabaja por el resguardo y reconstitución de derechos de los niños, niñas y adolescentes. Esto, considerando que en Chile se estima que son más de 3.700 los menores en situación de explotación sexual infantil con una edad promedio de 12 años de inicio, según el único sondeo de prevalencia efectuado a este grupo vulnerado, realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y SENAME en 2004.
Desde la ONG, su directora ejecutiva, Denisse Araya, explicó que la organización cuenta hoy con dos centros de acogida en la Región Metropolitana en los que atienden, a través de sus programas de reparación, a 130 menores que viven en situación de explotación sexual, “apostando por sus capacidades para reconstruir su vida desde los afectos, la creatividad y la confianza en sus potencialidades, en un periodo que puede superar incluso los 3 años”.
El caso de Sofía pertenece al 70% de los menores que han conseguido un egreso exitoso y satisfactorio de los programas que ofrece la ONG. Según explicó Araya, esto refiere al cumplimiento de objetivos asociados a la interrupción de la situación de vulneración, la explotación sexual comercial de los menores y la adquisición de herramientas que les permitan a los jóvenes generar proyectos de vida, ejerciendo acciones concretas para su estabilidad. Esto, a través de la estrategia de Intervención Integral, que contempla el trabajo con el niño/a, su familia, adulto significativo, instituciones y el equipo responsable del proyecto.

“Al fin puedo sentirme normal, puedo andar tranquila, e incluso perdonar. Yo sé que podré seguir feliz viviendo con mi casa y mis hijos”, explico Sofía tras egresar del programa. En él, pudo reconstituir la confianza, mostrando avances en el cuidado de su corporalidad, autoestima, vinculación afectiva con su madre y resignificación de la sexualidad, dejándola de ver como un mecanismo de intercambio y fuente de ingreso. Además, fue apoyada en el acceso a mejoras sociales y educación. “Sufrí tanto que jamás dejaría que a mi hijo le pasara algo parecido a lo que yo viví, voy a dar todo por cuidarlo y darle lo que necesite”, agregó.
El trabajo de la ONG
Combatir la explotación sexual comercial de menores y mujeres es sólo un área en la que la ONG trabaja desde mediados de los 90, tras conformarse anteriormente como una organización de promoción y desarrollo de los derechos laborales y de mujeres. Fue mientras ejercían esta última línea cuando desarrollaron una investigación sobre los hijos con madres adolescentes, detectando allí el problema del comercio sexual en menores. “Fue muy fuerte ver lo que sucedía con estos niños y adolescentes. Sin embargo, continuamos cada vez con mayor ahínco y ya van casi 15 años de este quehacer”, explicó Araya. Esto, las llevó a conformar el primer plan piloto para la reparación del daño a niños/as víctimas de explotación sexual comercial encargado por SENAME, programa que impulsó la conformación futura de más de 14 proyectos de reparación en esta materia, creados por distintos colaboradores a nivel nacional.
En sus más de 20 años de trabajo, la ONG se ha especializado en la investigación, sensibilización, prevención, incidencia y monitoreo de políticas públicas y reparación del daño psicosocial en diversas materias como liderazgo, temas laborales, trata de personas, violencia sexual, y derechos de mujeres, niñas, niños y adolescentes, siendo este último, foco primordial de trabajo. “Es fundamental trabajar en temas de derechos de la infancia, no solo para el futuro, sino que para el aquí y ahora (…) Un país que se jacta de su desarrollo y avance -que integra incluso la OCDE-, queda totalmente descalificado al mostrar la débil protección y lugar en que permanece la niñez, donde no se cumple con los mínimos estándares internacionales”, señaló Araya.
Por esto es que actualmente Raíces es parte del Bloque por la Infancia, un grupo de más de 300 organizaciones de la sociedad civil que busca concretar el proyecto de ley de protección integral de los derechos de los niños y niñas, que tiene como pilar la promulgación de la Ley, una nueva institucionalidad que vele por la protección de los derechos y la instauración de la figura de un defensor de la niñez.
La OG actualmente se financia gracias al apoyo de la organización Terre des Hommes-Alemania, SENAME, SERNAM y la Fundación San Carlos de Maipo, además de un grupo de socios chilenos que apoyan mensualmente a la institución.