Fundación Trabajo en la Calle: enfocados en los microcampamentos

Voluntarios de Fundación Trabajo en la Calle visitan microcampamentos creando puentes entre estas familias y las  políticas sociales. Andar por el barro es lento y difícil, el desafío es urgente, hoy los campamentos grandes disminuyen, pero los pequeños aumentan día a día.

Los  microcampamentos los componen pocas familias, a veces sólo 20, ocupan terrenos pequeños en comunas periféricas y no dan grandes problemas, por lo que no son el foco de grandes organizaciones sociales. Por eso se les llama  el Chile Invisible.

La Fundación Trabajo en la Calle (FTC) focaliza su trabajo en estos asentamientos de pocas familias,  “aunque 25 familias son igual más de 100 personas” – aclara Fernando Larraín, economista de 33 años, Fundador y Presidente de Trabajo en la Calle.

Los 50 voluntarios que visitan estos microcampamentos tienen un compromiso semanal, generalmente en la tarde, terminando de noche, y por dos años como mínimo. Es un largo camino de acercamiento y amistad donde no hay asistencialismo. Los voluntarios de Trabajo en la Calle “se la juegan” porque las personas sean capaces de salir adelante por sus propios medios.

“Se trata de un camino largo, que requiere constancia, creatividad y respeto por la autonomía de las personas, para permitir que las capacidades que se van desarrollando se instalen de manera definitiva”- explica Larraín, quien además dirige el Magister de Gerencia y Políticas Públicas de la Universidad Adolfo Ibáñez.

El propósito de la Fundación Trabajo en la Calle es dar a conocer a estos pobladores las políticas sociales que les son desconocidas. Que ellos se muevan hasta que consigan su casa propia, que dejen de vivir sin agua, colgadas de la luz y se incorporen a las redes de salud y educación para ellos y sus hijos.

Hoy se trabaja con 115 familias en diferentes asentamientos: La Vecindad, comuna de La Granja; Cuatro Canchas, Peñalolén; La Copa, en Conchalí; Luz de la Esperanza , de Maipú. Los últimos microcampamentos  incorporados se encuentran en las comunas de Pudahuel, y Lo Prado.

Estos 40 voluntarios requieren un compromiso especial, pero aún así el desgaste los puede “reventar”, por esto la Fundación ha debido preocuparse de reforzarlos. Por medio de convenios con universidades les dan capacitación y allí también captan nuevos colaboradores.

Este trabajo partió hace trece años y aunque el ciclo de salida es lento, porque los procesos son lentos, después de trabajar en 23 microcampamentos en estos años 200 familias ya “salieron” y consiguieron su casa propia.

Quedan 59 microcampamentos en el Gran Santiago que esconden 521 familias en la periferia desde donde aspiran, algún día, a salir del Chile invisible.

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