Toda empresa debería entenderse como un “hardware” preparado para resolver problemas, para crear innovaciones, y generar bienestar. El detalle es que la gran mayoría de empresas operan con un “software” que sólo maximiza las utilidades para los accionistas.
Actualmente existe un “software” empresarial que maximiza el “triple resultado”, consiguiendo generar impacto positivo social, ambiental y financiero. Una herramienta poderosa que permite a las empresas tomar (y a veces retomar) el camino de resolver problemas sin crear otros; de forma que la rentabilidad financiera sea el resultado de haber hecho bien las cosas y no un fin en sí mismo.
Corría Junio de 2011 y 4 ilusos frustrados por el modelo empresarial tradicional hacíamos una primera conferencia telefónica con los fundadores de B Lab* para entender el modelo de las BCorps (ahora Empresas B), y verificar si podría ser viable expandir el modelo fuera de Norteamérica.
La provocación fue comenzar por certificar una empresa fuera de Norteamérica (TriCiclos), para luego comenzar a gestionar la globalización de la idea. Hoy recordamos la cantidad de argumentos que recibimos al volver a Chile: que esto sólo funciona en EEUU, que aplica para ciertos modelos de negocios, que nunca en empresas abiertas a la bolsa, que nuestra generación ya está frita porque aprendimos a hacer negocios jugando al Monopoly, etc.
Casi 5 años después de la fundación de SistemaB, ya son 1.900 Empresas B en 53 países. Así mismo, en 32 estados de EEUU ya existe una legislación B, e Italia se convirtió en el primer país en tener una ley específica para apoyar este modelo de desarrollo empresarial.
Actualmente otros 10 países, incluido Chile, tienen proyectos de ley al respecto. Más de 200 Universidades en el mundo están haciendo clases B, y lo que hoy ya es un movimiento articulado con diversos cuerpos de gobernanza, tiene oficinas constituidas en todos los continentes, desde Philadelphia a Melbourne, de Taipei a Santiago, y de Amsterdam a Nairobi. Hoy somos dos los chilenos sentados en el consejo global de gobernanza cuyo trabajo (entre otras cosas) es analizar la enorme cantidad de solicitudes para activar nuevas oficinas.
Ya hay grandes corporaciones abiertas a bolsa que están certificadas B. Multinacionales como Unilever (que acaba de adquirir una segunda Empresa B y con rumores de anunciar una tercera en breve) o Danone (que está avanzando exitosamente en el proceso de certificación de 14 subsidiarias), están liderando en la acción concreta de llevar sus negocios hacia esta nueva forma legal de organización.
Mi invitación es a subirse rápidamente al carro de las Empresas B. Arreglar el mundo desde el sector empresarial ya no es opcional. Que las empresas operen como Empresa B, tampoco.