
La problemática de la violencia intrafamiliar es un tema respecto al cual cada día se discute con mayor énfasis, sobre todo, cuando como sociedad, nos enfrentamos a situaciones de exposición pública de hechos violentos que se encuadran dentro del ámbito familiar. No obstante, hoy por hoy, la violencia intrafamiliar se encuentra en boga debido a la temática que aborda la nueva teleserie nocturna de TVN: “No abras la puerta”.
Lo enunciado, sin duda, constituye un avance, pues el hechos que medios de comunicación masiva puedan difundir y hacer visible esta problemática, no solo logra concientizarnos y sensibilizarnos frente a la temática de la violencia intrafamiliar, sino también, nos instruye de la importancia de la misión de preventiva que deben tener las familias y, en general, el entorno de la víctima.
Según cifras del Sernam, en lo que va del año se han registrado 26 femicidios consumados y 57 frustrados. A esto se suma que una de cada tres mujeres chilenas ha vivido algún tipo de violencia intrafamiliar (física, sexual, económica y sexual). En efecto, la importancia de discutir y concientizar sobre la eliminación de la violencia, radica en estas alarmantes cifras, fenómeno que afecta principalmente a las mujeres.
Sin duda, las cifras son aterradoras y la evidencia empírica demuestra que este fenómeno afecta especialmente al género femenino. Si bien no en forma exclusiva, es evidente que, en la mayoría de los casos de violencia intrafamiliar son las mujeres las agredidas por sus parejas.
Ahora bien, esta problemática siempre ha existido y no ha sido sino hasta el surgimiento de ciertos movimientos feministas durante los años 60 y 70 que se comienza a posicionar y determinar la magnitud y relevancia de este fenómeno en la esfera pública. Sin duda, la sociedad patriarcal y el sistema de roles asignado históricamente a la mujer; sumado a la posición de subordinación en la cual, injusta e irracionalmente se ha posicionado a la mujer en contraposición al hombre, sufren hoy una crisis de legitimidad.
La literatura demuestra que el fenómeno de violencia intrafamiliar se encuentra asociado a ocultamiento y secretismo que consiste en “no nombrarlo” o relegarlo a la esfera de lo íntimo o bien, justificarlo sobre la base de mitos y creencias que no hacen más que generar que esta pandemia mundial se naturalice y legitime, tal como:
- La violencia intrafamiliar, es producto de una enfermedad mental, debe estar loco”;
- “los trapos sucios se lavan en casa”;
- “la violencia es causada por el alcohol y las drogas”, los celos son una demostración de amor,
- la violencia intrafamiliar ocurre sólo en los sectores de bajo estrato social”,
- la mujer es tonta, ella permite que la agredan”.
Estas falsas creencias se encuentras arraigadas en nuestra sociedad e incluso, hemos oído mencionar a autoridades, vecinos, familiares y amigos de las víctimas en esta misma línea. Esto, permite que se perpetúe y valide la violencia como mecanismo de resolver los conflictos al interior de la familia. Al reproducir estas frases, juzgar y condenar a las víctimas de violencia intrafamiliar no sólo estamos provocando un aislamiento de sus redes primarias y secundarias, sino que estamos naturalizando y validando la violencia.
La invitación hoy, no es sólo que los medios de comunicación colaboren con la visibilización y problematización de este fenómeno, sino que nosotros, tu y yo como individuos que no sólo vivimos, sino convivimos; que no sólo exitismos, sino que coexistimos, podamos romper con estas falsas creencias y con esos micro machismos que viven en nuestra cotidianeidad y que legitiman y ayudan a perpetuar las dinámicas de violencia.