
Ad portas de la reforma educacional que viviremos en nuestro país, bien vale la pena insistir en la importancia de detenernos a pensar también cuál es la que queremos para nuestros hijos más pequeños y menores de cinco años.
Muchas veces la discusión sobre este tema queda coaptada por los parámetros exclusivos de la medición de los resultados o avances cognitivos y académicos de los niños y niñas, dejando fuera de la discusión el cómo queremos que ellos a futuro contribuyan para que nuestra sociedad cuente con personas capaces de interrelacionarse de una manera más amable, respetuosa, generosa… capaz de cultivar el deseo por la cultura y la solidaridad.
Para que nuestros hijos sean “exitosos” en el colegio también deben ser capaces previamente de manejar una serie de habilidades sociales y emocionales. El listado puede ser grande, pero podríamos mencionar algunas como la confianza en sí mismos, autoeficacia, esperanza en que lo que se proponen será posible de ser alcanzado, sentido de curiosidad, perseverancia, autocontrol, entre tantos.
¡No esperar! Es indispensable para el desarrollo de nuestra sociedad en este sentido. Si consideramos que para generar esta impronta jugamos con mayor ventaja y a más bajo costo en los primeros años de vida, no podemos dejar pasar el tiempo. Todo lo que hagamos o no hagamos con nuestros niños en su etapa inicial influirá de manera determinante para su futuro y el de nuestra sociedad.
Hoy día en el mundo desarrollado no hay ninguna duda sobre la importancia de invertir en educación en la primera infancia. El premio nobel de Economía, James Heckman, ha llamado la atención acerca de la inversión en educación en esta etapa de la vida como algo no sólo vital para el desarrollo de las personas sino también para el desarrollo económico de las sociedades. Heckman señala que quienes buscan fortalecer la economía, reducir los déficits; incluso a nivel de políticas sociales, deben realizar inversiones importantes en educación en la primera infancia, reduciendo además los costos sociales asociados a una infancia expuesta a situaciones de riesgo.
Con todo ello, cómo no insistir entonces en el deseo de una mirada profunda y seria de lo que queremos en nuestra educación preescolar, en nuestros jardines y salas cunas. Cómo no desear que lo más pronto posible tengamos cobertura universal en esta edad y calidad en la educación que deseamos para esos espacios de formación y desarrollo. Cómo no tener los mejores maestros, maestras, psicólogos, economistas, neurocientíficos, pensando en este futuro tan crucial. Y cómo no pensar desde estos programas cómo apoyamos a la familia, a los padres y madres a tomar conciencia de lo vital de su compromiso y participación en este tipo de vínculo amoroso, tierno y firme que educadores, padres, madres, abuelos y tutores debemos desarrollar.
Por último, pensar que todo esto estará disponible de manera justa y equilibrada para cada niño o niña de nuestro país, más aun los que han nacido en comunidades con mayor desventaja o situación de pobreza, es más que un sueño, un deseo y/o reflexión… es parte de la tarea pendiente que tenemos como país para ir avanzando en oportunidades, justicia e igualdad.
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«Hoy día en el mundo desarrollado no hay ninguna duda sobre la importancia de invertir en educación en la primera infancia».
1. La educación de cero a 14 años debe ser llamada y tratada en propiedad como Básica.
2. Decisivo es que toda la actividad educativa del país esté determinada y al servicio de intereses nacionales de desarrollo, no persiguiendo al «mundo desarrollado».
3. Tras una genuina y pertinente educación Básica, el país debe dotarse de una educación no Media, sino que atienda al hecho indesmentible de que una joven y un joven a los 18 años son responsables penalmente y mayores de edad: con derecho a voto y naturales ansias de formar una familia.
4. Que tras la Educación Básica se puede y se debe formar profesionales cabales, como ocurrió en Chile -no en Finlandia- durante décadas con la formación en las Escuelas Normales de los maestros para el tramo Preparatoria de todo el país, y con excelentes resultados. Por de pronto, todos los profesionales de la educación de cero a seis años debieran formarse al más alto nivel en la mal llamada Enseñanza Media y remunerados correspondientemente.
Tienes toda la razòn del Mundo, pero en nuestro Chile querido estan ciegos, todo debe partir desde los primeros años, con buenas salas cunas, jardines infantiles, Pre-KIndey y Kinder Obligatorio, una buena educaciòn Basica, y fortalecer la educacion Media, dàndole todas las herramientas necesarias, para que el educando, pueda elegir que seguir, es importante la opiniòn de Oscar, si treinta alumnos por curso, ed. persanalizada, y perfeccionamiento constante del profesorado, y rentas como responde de acuerdo a sus logros academicos, la luz no esta tan lejos,solo hay que orientarce bien a esa salida.