Se ha hecho e invertido mucho en los países de América Latina para actualizar y mejorar el desempeño de los docentes. Los resultados no han sido alentadores. La mayoría de los programas de capacitación para docentes terminan con impactos nulos en las prácticas pedagógicas y mucho menos, en los resultados de aprendizaje de los estudiantes.
El principal desafío que enfrenta la educación hoy día es volverse significativa para sus estudiantes. A ellos debemos ofrecerles las oportunidades para convertirse en ciudadanos, profesionales y personas integrales en el siglo XXI. Sabemos que no solo los estudiantes se sienten ajenos a mucha de la experiencia educativa que hoy reciben en las escuelas, sino que también buena parte de los conocimientos que les transmitimos no son pertinentes ni los preparan para el mundo que los rodea. Pero el ajuste del currículo es sólo una parte de la solución.
Necesitamos docentes comprometidos, empoderados, entusiasmados con formar a los ciudadanos de mañana. ¿Cómo podremos tener esos docentes si los escogemos mal, los preparamos peor, les pagamos bajos salarios, los acompañamos poco, no les damos suficiente autonomía y luego los señalamos con el dedo como culpables de los malos resultados?
Una nueva aproximación en el desarrollo profesional continuó de los docentes es urgente. ¿Qué tal si partimos por devolver nuestra confianza en la vocación y el propósito de los docentes? ¿Si volvemos a entregarles a los profesores y profesoras la principal responsabilidad por el diseño, y el desarrollo de las experiencias de aprendizaje de sus estudiantes? ¿Y si hasta les permitiéramos tomar más decisiones sobre su propio proceso de desarrollo profesional?
Si queremos proponer una nueva mirada hay cinco aspectos que debemos priorizar:
- Construir una visión compartida con los docentes, hacerlos parte del diagnóstico y de la solución.
- Poner en el centro de toda acción a los estudiantes, y el conocimiento de quiénes son, cómo aprenden, cuáles son sus talentos diferenciados que hay que ayudar a hacer crecer.
- Desarrollar en los estudiantes las competencias que necesitan para desenvolverse en el mundo de hoy y de mañana: indagación y exploración, construcción de conocimiento nuevo, pensamiento crítico, comunicación y colaboración.
- Cambiar la mirada para entender que el aprendizaje es un proceso, no un evento o un resultado, y que se desarrollo requiere atención, seguimiento y mucho diálogo pedagógico.
- Crear comunidades de aprendizaje, enseñar y aprender no son procesos estrictamente individuales, se aprende con y de los otros, es un proceso social, que nos enseña mientras sucede a trabajar colaborativamente.
Los docentes son indispensables para alcanzar una educación de calidad, confiamos a ellos nuestro mayor tesoro, el futuro de nuestros hijos, creamos en ellos como profesionales y comprometámonos a apoyarlos para este salto indispensable en sus prácticas pedagógicas.