Jardines para la felicidad

El ser humano y el medio ambiente son parte de un mismo todo. Cada vez que rompemos ese equilibrio, hay sufrimiento. Por eso, los espacios de encuentro con la naturaleza son clave para la salud y no solamente un elemento estético.

Un ex paciente del Hospital El Salvador, del que estaba muy agradecido, me dijo: “acá aprendí a esperar”. Por eso, cuando observó que uno de los patios, que antes estaba cerrado, se llenaba de jóvenes que pintaban y plantaban, todo fue distinto. El resto de la historia sigue como la deriva de la vida: unos ofrecieron traer plantas, otros aportaron donaciones y no faltaron las que empezaron a tejer hermosas bufandas de colores a los árboles del lugar.

Algo similar ocurrió en el patio del Ceibo que tiene ese nombre porque un majestuoso Ceibo ocupa el centro. ¿De qué otra manera se puede explicar que al iniciar los trabajos de rescate del patio, que sólo era posible mirar desde algunas ventanas, las personas quisieran hacer una gran ronda en torno al gigante verde?

Aunque no conozcan ninguno de los patios del Hospital El Salvador, creo que se lo pueden imaginar. Son jardines sanadores porque permiten que las personas se encuentren con la naturaleza y otras personas. Algo maravillosamente simple, pero nada de obvio.

Nuestras ciudades tienen desigualmente distribuidas las áreas verdes y nuestras rutinas nos hacen tener una dinámica de interacción con los otros, muchas veces instrumental. Pasamos de largo y en ese ir corriendo no sólo no vemos a la naturaleza, tampoco a los otros y muy poco de nosotros mismos. En estos espacios verdes la naturaleza actúa como puente.

La evidencia científica cada vez entrega más pruebas de que la naturaleza tiene una habilidad sorprendente para restablecer la salud: aumenta la concentración, reduce la agresividad y favorece la pronta recuperación de pacientes que han sido operados.

Jardines como los construidos por la Fundación Inspira y por la Fundación Cosmos son ejemplos concretos de que cuando se construyen proyectos en que prima el bien común, sale lo mejor de cada uno. Estos espacios verdes son diseñados y desarrollados junto a la comunidad hospitalaria, por lo tanto, son los vínculos de confianza y colaboración los que los mantiene vivos.

Esta es la energía que confluye en estos jardines y los hace posible: el anhelo común de todos por ser felices. Cuando nos encontramos en una dirección compartida, respetuosa e integradora que va más allá de nuestra individualidad, florecemos juntos.

 

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