En TriCiclos tenemos la misión de hacer que la sustentabilidad sea contagiosa. Y entendemos los residuos como una excelente excusa para cuestionarnos los errores que existen en los diseños de los productos, los diseños de los procesos productivos, los diseños de los modelos de consumo, y los diseños de los sistemas de desecho. Un punto limpio de TriCiclos es una plataforma donde se crean hábitos sustentables, y se genera un nuevo lenguaje donde los materiales son las palabras. Ahora es cuando más necesitamos que las marcas aprendan este lenguaje y comiencen a usarlo de forma activa.
Hace un mes recibimos un testimonio por Facebook, que representa exactamente el cambio que queremos propiciar. Ese mensaje de Belén se resume en el siguiente texto:
Dos años atrás me mude a un departamento con mi hijo Rafael y decidí que en esta nueva etapa incorporaría como hábito el reciclaje y la separación domiciliaria. Así que me propuse a ir el último domingo de cada mes al punto limpio de TriCiclos ubicado en Homecenter.
Cada uno de los primeros tres meses llevé al punto limpio el volumen equivalente a una lavadora mediana. Entonces me dije “No es posible que botes tanta basura”.
Cuando sentía con orgullo que ya había incorporado el hábito de separar mis residuos, coincidió que en mi trabajo organizamos un encuentro donde participaría Gonzalo Muñoz, cofundador de Triciclos. Lo invite a tomar algo en la espera, y sorprendida vi como tomó una caja de té que estaba sellada, la abrió y me dijo: “Crees que sea necesario uno (sacando el plástico de la caja), dos (señalando la caja de cartón), tres (sacando el sobre del té) envases para tomarse un té? Eso sin contar el hilo, la bolsa y la etiqueta”. Luego observé que guardaba esos envoltorios en su chaqueta. Más tarde me explicaría que era usual que cargara con los reciclables hasta que encontrará un punto limpio donde disponerlos. De esta hermosa conversación, desprendí un nuevo aprendizaje: Belén, el packing es parte del producto y te tendrás que hacer cargo de él.
Entonces comencé a preferir productos con menos cajas y elegir comprar a granel. Los operarios de Triciclos me enseñaron además que el PVC y los envases de yogurt no se reciclan. Así que comencé a buscar alternativas a los productos que ya consumía. Por ejemplo:
- Cambie cajitas té con sabor de 20 unidades por la bolsa de medio kilo.
- Cambie el exfoliante que compraba en el supermercado por miel mezclada con azúcar.
- Cambie los vasitos de yogurt por la bolsa de un litro.
Al comenzar el 2014 me puse un poco más exigente y me propuse ir sólo 2 veces al año a Triciclos.
En todo el primer semestre 2014, separé un volumen similar a lo que separaba en un mes el 2013. Para este semestre, luego de tres meses, recién llevo 2 bolsas de las más chicas que dan en una multitienda.
Al margen del ahorro que ha significado el cambio de estilo de consumo, han sido casi dos años de aprendizaje también para ambos. Me emociona y orgullece ver como Rafael separa ya sus descartes con sólo dos años y medio. Yo por mi parte sé que no se trata de reciclar o separar; se trata de consumir conscientemente.