La erradicación de la pobreza en el mundo

El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza ha sido observado cada año desde su declaración por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993. El propósito: promover mayor conciencia sobre la urgencia de erradicar la pobreza en el mundo. Así, la invitación, por aquel entonces, fue la de dedicar cada 17 de octubre a la promoción de actividades concretas de erradicación de la pobreza, así como la de adoptar las medidas necesarias, en el marco de los recursos existentes, para velar por el éxito de la observancia de este Día.

Un par de años después, en 1995, un pequeño grupo de organizaciones europeas y latinoamericanas, liderado por el embajador chileno Juan Somavía, entonces representante del gobierno chileno ante Naciones Unidas, planteó que el tema de la erradicación de la pobreza debería ser discutido en una Conferencia internacional.

Esta propuesta chilena se materializó en la Cumbre Social de Copenhague (1995), que contó con la participación de 117 jefes de Estado y de Gobierno. La conclusión de esta Cumbre fue que, como la esclavitud, la pobreza también podía ser abolida. Copenhague marcó así el surgimiento de una voluntad colectiva de asignar el desarrollo social como una de las principales prioridades en las políticas a nivel nacional e internacional.

Cinco años más tarde, se celebró en Ginebra un período extraordinario de sesiones de la Asamblea General, donde se reafirmó la importancia de crear sociedades más equitativas y justas. Esto dio origen a la llamada Cumbre del Milenio, en la que se estableció el año 2015 como fecha límite para reducir la pobreza del mundo a la mitad.

Hoy hemos llegado a esta fecha límite, pero la meta la hemos cumplido sólo en parte: son importantes los avances que el mundo ha logrado en educación o en salud, y la proporción de personas que viven en la extrema pobreza es menor que hace 15 años. Sin embargo, más de mil millones de personas aún siguen viviendo en la pobreza extrema, y la desigualdad tiende a ser sistémica y parece propagarse de manera alarmante.

Este año representa, entonces, un punto de inflexión en las políticas globales para combatir la pobreza: los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos en el año 2000 están siendo revisados y, al mismo tiempo, la comunidad internacional ha adoptado tres grandes desafíos de cara al 2030: la pobreza, la desigualdad y la insostenibilidad. Esta nueva agenda se ha llamado Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para alcanzar este futuro sostenible necesitamos un cambio social urgente, que respete y proteja los Derechos Humanos y el medio ambiente, reduzca las desigualdades y permita la inclusión social. Un mundo sostenible no puede existir si pervive la pobreza, en cualquiera de sus formas o manifestaciones. Porque, como bien declara la Asamblea General de las Naciones Unidas en su manifiesto de este año, “un mundo sostenible no deja a nadie de lado”.

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