
Tomando en cuenta la tendencia al alza de la incorporación de las chilenas del primer y segundo quintil al mundo del trabajo, hemos visto que el proceso no ha sido lo suficientemente exitoso o potente como se esperaría, ya que hoy las dificultades no están en el mundo productivo, sino en las condiciones de vulnerabilidad en la que se encuentran estas mujeres.
Por años y en medio de un círculo de desmotivación y desgano, la gran parte de estas mujeres han sido parte de la bien denominada “generación bisagra”. Ellas se han hecho cargo, a veces sin mucha ayuda, del cuidado de sus hijos y/o de sus adultos mayores, ya que no tienen con quién (o no quieren) dejarlos.
De hecho, en Fundación PROdeMU hemos visto que el 56,6% de las mujeres que participan en los programas de habilitación y capacitación –las cuales pertenecen al 40% más vulnerable de la población nacional-, no desarrolla ningún tipo de actividad laboral al momento de su ingreso o cuenta con un empleo precario. Ante esto, más del 50% de ellas asegura que esta situación ocurre por las razones antes mencionadas, provocando de cierto modo una automarginación involuntaria.
Pero a pesar de estas trabas y de que no es fácil hacer calzar los horarios de trabajo y traslado con las horas de cuidado, hemos sido testigos de que cuando conocen alternativas concretas, se habilitan en lo personal, social y laboral, se capacitan en algún oficio dependiente o independiente, las mujeres logran sentirse más seguras para emprender el camino hacia un mejor futuro, y así optar a la inserción laboral de manera exitosa.
Por eso, en esta Semana de la Mujer, es fundamental destacar a todas las chilenas que, a pesar de su situación de vulnerabilidad, aprendieron a valorarse, desafiaron sus circunstancias con tenacidad y esfuerzo, y finalmente, lograron conseguir un puesto de trabajo de calidad o hicieron surgir sus propios emprendimientos, lo cual les permitió incrementar los ingresos del hogar y en algunos casos, superar la línea de la pobreza.
Muchas felicidades a todas.