“Convocar con entusiasmo y vincular a la comunidad chilena en su responsabilidad con las personas, familias y comunidades excluidas de nuestro país” es una invitación que no sólo está enlazada a un compromiso país por reducir el número de personas que viven en situación de pobreza, sino que también tiene que ver con nuestra capacidad como sociedad de poder relacionarnos de manera más cercana con este otro.
Cuando nuestro país ha sufrido crisis económicas o desastres naturales, como chilenos siempre estamos ahí; dispuestos a dar lo mejor de nosotros para contribuir con un grano de arena al alivio de las necesidades de aquellos que se han visto vulnerados. Es así como hemos podido evidenciar -tanto en antiguas catástrofes como en las dos últimas que afectaron a Iquique y Valparaíso- que Chile entero se ha movilizado para dar muestras de genuina solidaridad con aquellos compatriotas que lo necesitaban.
Sin embargo, y sin ánimo de desvalorar lo alcanzado, es precisamente en este punto de la historia en el que me urge hacer hoy una reflexión: ¿cómo logramos mantener este espíritu de colaboración, de solidaridad y de justicia de manera permanente? ¿Cómo hacemos para que esta solidaridad que hemos visto enaltecida durante semanas se mantenga viva con los más de dos millones y medio de chilenos que aún viven la más dura cara de la pobreza y la exclusión social?
En Chile, lograr que nuestra sociedad se vincule con respeto y abra oportunidades a tantos excluidos, representados en rostros de inmigrantes, niños y adolescentes vulnerables, personas en situación de calle, adultos mayores, personas con discapacidad mental, entre otros, se nos hace imperativo e intransable.
Resolver la exclusión y los prejuicios, es una tarea que nos interpela como sociedad. Por ello, el desafío está en convocar al desarrollo de una mayor responsabilidad social y de una preocupación genuina y amorosa por las personas que viven con menos oportunidades que cada uno de nosotros. Hoy más que nunca, nuestra tarea está en tender puentes de solidaridad y de justicia.
Si no logramos aproximarnos y vincularnos a estas realidades y además no nos comprometemos de manera permanente desde nuestras distintas posibilidades, no conseguiremos que nuestro país supere la peor de las catástrofes: la exclusión. Hazte parte.