Las proyecciones económicas para los países emergentes –incluido Chile- no son las más auspiciosas para este año que recién comienza. Esto implicará, entre otras cosas, que exista mayor competencia por recursos de todo tipo: tema especialmente sensible para las organizaciones sociales.
Sin embargo, los coletazos de un complejo 2015 desde el punto de vista empresarial y social abren espacios y oportunidades para organizaciones sociales (desde las ONG hasta las empresas sociales) porque la cantidad de recursos destinados vía “boletas ideológicamente falsas” a campañas políticas pueden ser redirigidos con el propósito de colaborar a construir un país mejor. En esto las organizaciones de corte más social y con propósito claro han sido capaces de constituirse como buenos ejemplos en distintos sectores.
Pero no será tan simple como aquí se menciona.
El traspaso eficiente de recursos dependerá de la capacidad que tengan los actores mencionados de funcionar en un contexto cada vez más exigente, no solo desde el impacto que generan las distintas intervenciones sino en la forma en las cuales estas se realizan. Así como la comisión Engel puso de manifiesto la relevancia de la transparencia en la política, va a ser crucial que las organizaciones sociales avancen en la transparencia.
Los recursos provenientes del sector público pero también del sector privado deben exigir la transparencia de quiénes ejecutan y en esto las organizaciones de todo tamaño tendrán un gran desafío. Es el momento de avanzar, si queremos una sociedad civil que a través de diferentes organizaciones, empresas u otros impacten al mundo con su propósito se hace necesario conocer sus intereses, sus financiamientos y el impacto de su quehacer.
De esta manera, en un país con crisis de confianza y con bajo capital social puede haber un espacio para que organizaciones de este tipo logren sacar los mantos de dudas y vayamos entre todos construyendo calidad de vida, reduciendo la pobreza, conservando el patrimonio, entre muchas otras cosas.