¿Velocidad o comprensión lectora?

En diferentes medios de comunicación nacional se ha hecho referencia a la velocidad y la comprensión lectora, sin embargo leer no es sólo decodificar palabras y hacerlo en forma rápida, sino que leer es comprender, y para lograrlo es necesario que se cumplan ciertas condiciones.

Comprender lo que se lee, como lo señala el destacado investigador E. D. Hirschrequiere tres condiciones. La primera, ciertamente, es la capacidad de decodificar las palabras, lo que significa asociar cada letra o grafema con su sonido o fonema. Para que esto sea posible, es indispensable distinguir el sonido las palabras.

Esta capacidad, que en un principio parece elemental, debe ser desarrollada por los niños que están iniciando el aprendizaje de la lectura, algo que no siempre se logra de manera satisfactoria. Identificar el sonido inicial o final de las palabras mientras articulan sus fonemas, asociar palabras con igual sílaba o sonido inicial, segmentar las sílabas de las palabras o combinar sílabas formando nuevas palabras, son tareas que no siempre resultan fáciles para los estudiantes. Todas éstas constituyen habilidades básicas y son el primer peldaño en el aprendizaje de la lectura. En palabras del profesor Luis Bravo estas habilidades sitúan a los niños en el umbral lector, es decir, en la puerta de entrada del aprendizaje de la lectura.

La meta para educadores y docentes es situar a los niños en el umbral lector en los niveles de transición y en primer año básico. En otras palabras, es preciso desarrollar la conciencia fonológica de los niños y niñas, lo cual se puede lograr por medio de la ejercitación sistemática de juegos lingüísticos, por ejemplo: adivinanzas, trabalenguas, rimas y canciones, deteniéndose en algunas palabras, identificando sus sonidos, combinando algunas sílabas, omitiendo otras, formando grupos de palabras, etc. Es frecuente encontrar niños que presentan dificultades para aprender a leer y en muchos casos esta dificultad radica en que aún no han desarrollado su conciencia fonológica.

Sin embargo, aún si los niños lograran desarrollar su conciencia fonológica y decodificar las palabras, no necesariamente estarán comprendiendo lo que leen. Para llegar a eso, siguiendo con las condiciones que señala Hirsch se requiere de otra condición: conocer el significado de las palabras del texto. De esto, surge la necesidad de poner especial énfasis en ampliar el vocabulario de los niños, construyendo con ellos, también en forma sistemática, porque  no basta hacerlo ocasionalmente,   definiciones amigables de las palabras que aparecen en las lecturas, como también definiciones de las palabras que utiliza el profesor. Para abrir espacio a esta segunda condición en la sala de clases es indispensable repetir una y otra vez las nuevas palabras, utilizándolas en diferentes contextos, a fin de que los niños las incorporen a su vocabulario cotidiano.

Por último, la tercera condición es tener alguna idea sobre el tema de la lectura que se llevará a cabo. De aquí la importancia de ampliar el mundo a los niños, por medio de lecturas y conversaciones variadas, contextualizándolas, precisando el propósito de los textos leídos y haciendo que los relacionen con sus propias experiencias. Por eso, aun cuando los niños todavía no sepan decodificar, o no conozcan el significado de todas las palabras que leen, resulta decisivo para la comprensión de lectura, crear espacios de conversación junto a los niños y niñas, en los cuales puedan escuchar diversos textos, responder a preguntas que estimulen su curiosidad y donde además puedan comentar y plantear sus inquietudes. Este conocimiento que se va construyendo de manera conjunta, dialogada, con miras a ampliar el mundo de los niños, es lo que determinará en gran medida su comprensión lectora en el futuro.

Por otra parte, el sentido de atender a la velocidad con que lee cada estudiante es desafiarlo a alcanzar cierta cantidad de palabras por minuto que le permitan, por una parte, no perder el sentido de lo ya ha leído y, por otra, leerlo en los tiempos asignados para la lectura de un determinado texto. Sin embargo, si la velocidad no va unida a la calidad, es decir, leer fluidamente, captando el sentido de las palabras y atendiendo a la puntuación del texto, la comprensión pasará a un segundo plano y se verá perjudicada.

De acuerdo a mi experiencia en formación docente durante los últimos años he observado que, en algunos casos, la calidad de la lectura se ha visto perjudicada por un exagerado  énfasis en la evaluación de la velocidad, lo que atenta contra el logro de un ritmo creciente de fluidez. Asimismo, centrar el avance en la capacidad de alcanzar una buena lectura considerando solamente la cantidad de palabras que se leen por minuto, impide respetar los ritmos individuales de lectura y comprensión de cada estudiante, que tal como ocurre en el ritmo propio con que se expresa oralmente cada persona, nunca serán uniformes para cada alumno.

La comprensión lectora es una habilidad compleja, de orden superior, que requiere atender tanto a las tres condiciones señaladas anteriormente, como también a lograr una velocidad de lectura que se encuentre dentro de los rangos aceptables de palabras por minuto para cada nivel, y finalmente, a la calidad lectora, dada por la fluidez con que se lee.

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