Un año terminó y otro recién comienza. Como todos los fines de año, probablemente muchos anduvimos apurados, llenos de compromisos y muchas actividades, sumado a que en lo laboral las empresas y organizaciones cierran el año y proyectan lo que será el 2016, muchas veces sin hacer una sola pausa. Ahora que inicia el 2016, creo necesario hacer una pequeña reflexión respecto de lo que fue el 2015, antes de que nos veamos inmersos en un nuevo ciclo.
Sin duda el año recién pasado fue especial para nuestro país. Un año duro, en el cual vivimos muchas desilusiones por parte de diversos políticos, empresarios y dirigentes que empañaron la imagen país a causa de varios casos de corrupción. Fuimos testigos del caso Caval, Soquimich, Penta, caso pollos, caso farmacias, la colusión del papel e incluso salió a la luz la investigación por corrupción en la dirigencia de la ANFP. Todos estos reprochables hechos hicieron aumentar exponencialmente la desconfianza de la gente en las instituciones, los empresarios y la política. Situación que será, indudablemente, difícil de revertir.
Cuando pienso en todos estos acontecimientos me imagino una verdadera herida o llaga en un país que al menos (quizás ingenuamente) parecía sano, donde la probidad era un valor agregado en el mercado. Lamentablemente la infección de dicha herida ha mermado la confianza de los chilenos y del mundo respecto de Chile. Como todos sabemos, la confianza se cultiva y se gana con el paso del tiempo, pero se puede perder fácilmente. Hoy la perdimos, y para volver a cultivar la confianza en Chile debemos comenzar por desinfectar la herida que causaron en nuestro país todos estos casos anteriormente nombrados. No sacamos nada simplemente con suturar y dejar que la herida cicatrice normalmente con el mero paso del tiempo. Primero debemos abrir y limpiar la herida, desinfectar para que luego sane correctamente. Eso puede doler, pero es necesario para lograr retomar el rumbo y las confianzas. Y la mejor forma para sanar esta herida, es que las medidas que se tomen en cada uno de esos juicios sean realmente ejemplificadoras, que los procesos se lleven transparentemente y que se cree la regulación y fiscalización pertinentes para que no se vuelvan a repetir situaciones similares en el futuro.
Hoy en día como ciudadanos y consumidores estamos más informados y empoderados y, quizás por eso, ha salido a la luz todo lo anteriormente expuesto, en detrimento de las normas y controles existentes. Con todos estos casos de corrupción o colusión este 2015 tocamos fondo como país y, cuando uno toca fondo, la única forma de mejorar es cambiar. Por lo que, espero este 2015 haya sido un verdadero punto de inflexión, un año donde Chile realmente empiece a cambiar, no sólo en base exclusivamente a declaraciones de buena voluntad o cambios normativos, si no que con hechos concretos y contundentes, todo para mejor. Ojalá así sea.